lunes, 25 de marzo de 2013

Mi experiencia en la 1era Carrera 10K XI Circuito Gatorade 2013

Esta vez fuimos más de 6000 corredores los que hicimos temblar las calles de Caracas con nuestros pasos; cada uno de nosotros corriendo por razones diferentes; solos, con amigos, con la familia, con el club, con música, con nuestra respiración o con el sonido de nuestros pensamientos como compañía.

Debo confesar que la parte que me pone más nervioso es la salida, siempre tengo miedo de no haber calentado correctamente, y aunque lo he hecho millones de veces a lo largo de los años se mantiene como un pensamiento recurrente; pero esta vez todo está bien, aunque no tuve mucho tiempo para estirar, siento mi cuerpo a tono y cuando dan la voz de partida me uno a esa marejada amarilla en busca de completar este nuevo desafío que nos presenta nuestra querida ciudad.


Me gusta empezar con fuerza y rápidamente empiezo a adelantar personas, hasta que consigo que consigo mi ritmo y voy dejando que mi mente se desplace. Mis ojos comienzan a disfrutar de la ciudad de una manera nueva y agradable, encontrando nuevos cafés, tiendas, lugares que nunca había visto. Creo que no soy el único que va tan apurado en su jornada diaria que mira sin observar, que durante esta carrera encuentra una nueva belleza en los lugares que recorre a diario, por el simple hecho de que no hay prisas, no hay presiones, no hay estrés, es solo el camino y yo, bueno nosotros, los corredores.

Conforme voy avanzando veo conocidos, gente con ropa extraña, tal vez la última moda para correr, que se yo; veo algunos amigos de Runners Venezuela; personas que veo cada martes y jueves junto a mi, dejándolo todo en la calle hasta llegar al final de nuestro recorrido. Nunca hemos cruzado palabras, pero sólo por el hecho de aceptar el desafío que se presenta ante nosotros puedo decir que te considero un hermano.

Pasan los kilómetros y los paisajes cambian, nos vamos quedando solos, hay gente que me rebasa y gente que voy dejando atrás. Una constante se mantiene, hay un muchacho que va corriendo delante de mi, recuerdo haberlo visto en la salida. Misma complexión y edad que yo, no lleva la camisa de la carrera y tiene cuerpo de levantador de pesas de gimnasio, es su espalda la que  veo los últimos 4 kilómetros y por más que trato de alcanzarlo se me hace difícil mantener el ritmo. En cada carrera hago esto, busco a alguien a quien superar, alguien que sea un reto a vencer, parte de la naturaleza competitiva supongo, pero me funciona de maravilla cuando siento que quiero renunciar.

Entramos en el último tramo, de aquí hasta el final todo es mental, siento una pequeña punzada en el costado, pero tengo mi objetivo claro, vencerme a mi mismo y de paso al muchacho que corre delante de mi. Empiezo el sprint un poco antes que los demás y apenas los rebaso él también empieza a correr con todo, y a la altura del Embassy ya no lo tengo a mi espalda, pero aún así no me detengo. 

Cruzo la meta, detengo mi cronometro y no puedo evitar sonreír como un loco; nadie me espera, nadie salta a celebrar mi pequeño triunfo individual, simplemente es algo mio, algo personal, espero al muchacho y estrechamos las manos, nos reímos y nos felicitamos. Me confiesa que cuando me vio pasar no quería dejarme llegar primero que él, pero las fuerzas lo abandonaron, reímos de nuevo y cada quien sigue su camino. Rivales fieros durante unos segundos, amigos por unos minutos, tal vez el mundo debería funcionar un poco más de esta manera.

Recibo mi medalla, y luego de estirar tomo algunas fotos para acompañar esta nueva entrada de mi blog. Que si valió la pena? Por supuesto, no puedo esperar a la siguiente carrera para demostrar lo que puedo hacer. Mi gran logro? Bajar 7 minutos mi último tiempo y colocarme en 50:48. Cada uno tiene una meta, cada uno sigue un sueño, corriendo yo tengo una mejor perspectiva de hacia donde tengo que ir para alcanzarlo. Saludos y nos vemos en la vía.

No hay comentarios:

Publicar un comentario